Mario Vargas Llosa es uno de los escritores que admiro por su talento, inteligencia, y claridad en sus novelas, él alienta el clima estrepitoso de la eventualidad, donde lo enérgico incinera, arde y es fugaz. Hay escrituras adictivas, en donde lees una sola línea y ya estás enganchado, esto me pasa con las novelas de Vargas Llosa en donde con unas pocas palabras me coloca en la expectativa de estar en el comienzo de una revelación en donde me demuestra que “leer, nos transforma.”
Al leer a MVLL todo lo que me rodea huye y la página, mis ojos, mi cerebro ya pertenecen al libro. La última cosa suya que aún está en mi mente es el ordenado y entrañable Felícito Yanaqué, en donde la imagen de Sudamérica ya vive en la historia de la literatura contemporánea.
A veces tomo de mi librero el ejemplar de Conversación en la catedral y, sin interesarme ya desmedidamente cuándo se jodió el Perú, vuelvo a sentir esa malicia narrativa de Vargas Llosa.Y los invito a que lean Conversación en la Catedral, porque es un modelo de cómo se logra plasmar bien un relato. Lo encontré en una época de atractivos literarios confusos. La ciudad y los perros, me mostró que el realismo también tiene mil defectos. ¡Qué grandiosa novela! Fue la primera que leí de él y me parece un escritor excepcional. Y desde entonces lo disfruto. Sigue leyendo «Dos prólogos»