Inhalando Líneas

Cuestionando la autoridad narrativa en ‘Kim Ji-young, Nacida en 1982’

La novela “Kim Ji-young, nacida en 1982”de Cho Nam-joo es un relato que ha llamado la atención de lectores sobre todo por su aguda representación de las dificultades cotidianas que enfrentan las mujeres en la sociedad surcoreana contemporánea. Me ha enganchado la lectura de esta novela, especialmente las primeras páginas en donde nos muestra los cambios de la protagonista, lamentablemente, ahí quedan, en las primeras páginas, esperaba saber el qué, cómo, por qué tenía esos cambios de personalidad repentinos que funcionan como un dispositivo literario para explorar temas más relacionados con la salud mental, el machismo y la familia.

Breve reseña:

Lo que hace que la historia de Ji-young sea particularmente impactante es su representación de la «mujer común». No es una heroína en el sentido tradicional, sino más bien una figura con la cual muchas mujeres pueden identificarse fácilmente. La novela utiliza un estilo narrativo directo y sin adornos, que refleja la cotidianidad y la normalidad perturbadora de las experiencias de Ji-young. A medida que la historia se desarrolla, Ji-young comienza a mostrar signos de desgaste psicológico, asumiendo las personalidades de otras mujeres, lo que lleva a su familia a buscar ayuda psiquiátrica. Este giro en la narrativa sirve como un potente dispositivo literario para explorar temas de salud mental y la acumulación de microagresiones que las mujeres pueden enfrentar a lo largo de sus vidas.

Kim Ji-young comienza a adoptar las personalidades y voces de otras mujeres, incluidas su madre y otras figuras femeninas. Estos cambios son tan convincentes que incluso utiliza sus modismos y muestra conocimientos de experiencias que solo estas mujeres podrían haber tenido. Esto desconcierta a su esposo, a los lectores y a su entorno, lo que eventualmente la lleva a buscar ayuda psiquiátrica (suceso que nos enteramos al final de la novela). Al adoptar las voces de otras mujeres, Ji-young actúa como un vehículo para expresar las historias y sufrimientos de las mujeres en su vida, mostrando la interconexión de las experiencias femeninas y la solidaridad potencial contra las opresiones compartidas dentro del entorno social, cultural y familiar.

Los cambios de personalidad simbolizan la pérdida de la identidad individual de Ji-young. Su capacidad para disociarse y asumir las identidades de otras sugiere que su propio sentido del ‘yo’ ha sido erosionado o suprimido por las expectativas y presiones externas. Desde una perspectiva literaria, Cho Nam-joo utiliza estos cambios de personalidad como una crítica a las expectativas sociales impuestas a las mujeres. Cada personalidad que Ji-young asume revela diferentes aspectos de las demandas, roles y conflictos que enfrentan las mujeres en diferentes etapas de la vida y en varios roles sociales.

En «Powers of Horror» (19821), Kristeva explora la relación entre el lenguaje, el poder y la identidad. Aunque su enfoque es más psicoanalítico y semiótico, sus ideas pueden ser aplicadas al estudio de cómo las narrativas y los discursos patriarcales modelan las percepciones sociales sobre género y poder.

Kristeva explora cómo los individuos se convierten en sujetos a través del lenguaje y cómo este proceso puede ser problemático, especialmente para las mujeres en una cultura patriarcal. En la novela, Kim Ji-young es presentada a menudo a través de los ojos de otros, y su propia voz a veces parece subsumida por las voces y expectativas de la sociedad. El uso del lenguaje y cómo Ji-young se ve a sí misma y es vista por otros puede analizarse a través de la teoría de Kristeva sobre la subjetivación, que se centra en la alienación y la identificación.

Kristeva distingue entre dos modalidades del lenguaje: lo semiotismo y lo simbólico. Lo semiotismo se refiere a los aspectos pre-lingüísticos del lenguaje, como los tonos y ritmos, que están asociados con lo maternal y lo femenino. Lo simbólico, por otro lado, está relacionado con las estructuras establecidas del lenguaje y las normas sociales, dominadas por la ley paterna. En «Kim Ji-young, Nacida en 1982», podríamos analizar cómo Ji-young navega entre estas dos modalidades entre el «semiótico» y «lo simbólico» en su teoría del lenguaje.

Según Kristeva, “el semiótico, referido a lo prelingüístico y asociado a los ritmos y tonos primordiales, subvierte desde dentro la estructura simbólica, revelando así su construcción arbitraria y convencional” (Kristeva, 1984, p. 25). El “semiótico” está asociado con lo pre-lingüístico, las emociones y lo materno, mientras que “lo simbólico” se refiere a las estructuras lingüísticas y sociales establecidas. Ji-young navega entre estas dos modalidades, particularmente en cómo sus experiencias emocionales y personales chocan con las estructuras sociales y lingüísticas patriarcales que intentan definirla y restringirla.

No está de más pensar en cómo la narrativa y el discurso están imbuidos de poder y cómo este poder puede ser tanto opresivo como liberador. Al analizar la novela, podemos considerar cómo Cho Nam-joo utiliza la narrativa para desafiar las narrativas dominantes sobre el género y el papel de las mujeres en la sociedad coreana, lo cual es un punto de convergencia con los intereses de Kristeva en cómo las estructuras lingüísticas y narrativas moldean la subjetividad.

Por otra parte, pensar en el uso de una voz masculina como narrador para hablarnos de la novela y de la protagonista toca aspectos fundamentales sobre la voz narrativa y la autoridad en la literatura. Es decir, al tener un narrador masculino que es también psiquiatra, se puede argumentar que la novela refuerza las estructuras tradicionales de poder y autoridad. El psiquiatra, en muchos contextos, es visto como un experto que ‘diagnostica’ y ‘trata’, lo cual puede ser interpretado como una metáfora de cómo las estructuras patriarcales buscan controlar y definir la experiencia femenina. Este enfoque puede ser visto como una limitación o una simplificación de la voz y la experiencia de la mujer.

También se puede considerar que la elección de Cho Nam-joo de usar un narrador masculino es una decisión irónica o crítica. Desde esta perspectiva, la autora podría estar demostrando cómo las voces femeninas son a menudo mediadas, interpretadas o validadas por autoridades masculinas en muchas sociedades. Esto podría ser una crítica sutil de cómo las historias de las mujeres son frecuentemente contadas o reinterpretadas a través de lentes masculinos. Este discurso desafía las expectativas del lector sobre quién debe contar estas historias nos invita a cuestionar por qué la narrativa se siente diferente o menos auténtica cuando es filtrada a través de la voz de un hombre, y que esto dice sobre nuestras expectativas culturales y literarias.

Si bien es posible que la elección del narrador hombre psiquiatra pueda parecer que resta poder al lenguaje y a la perspectiva femenina, también ofrece una oportunidad para reflexionar sobre quién tiene la voz en la narración de historias reales y ficticias y cómo se configuran esas voces dentro de las estructuras sociales más amplias.

En este análisis, se ha intentado no solo examinar las capas de la narrativa y la caracterización, sino también cómo la estructura narrativa misma —específicamente la elección de un narrador masculino— puede ser tanto un refuerzo de las dinámicas de poder tradicionales como una crítica irónica de estas. La elección de Cho Nam-joo de este narrador desafía nuestras expectativas y nos invita a cuestionar quién cuenta las historias de las mujeres y cómo estas historias son recibidas y validadas por la sociedad.

Esta novela se convierte en un medio esencial para explorar lo que Julia Kristeva denominaría los procesos de subjetivación, donde el lenguaje y el poder se entrelazan en la formación de identidades femeninas dentro de confines patriarcales. Al adoptar las voces de otras mujeres, Ji-young no solo muestra la interconexión de las experiencias femeninas, sino que también actúa como un vehículo de resistencia contra las opresiones compartidas, haciendo de su historia un punto de partida para discusiones más amplias sobre género, poder y sociedad.

Invito a los lectores a acercarse a «Kim Ji-young, Nacida en 1982» no solo como una obra literaria, sino como un texto crítico social que desafía las normas y ofrece perspectivas esenciales sobre cómo las estructuras sociales modelan, y a veces distorsionan, las vidas individuales. Esta novela es una herramienta para comprender mejor la alteridad y cómo las experiencias de ‘el otro’ —en este caso, de las mujeres en un contexto patriarcal— pueden informar y expandir nuestra visión del mundo y nuestra sociedad. A través de este enfoque, podemos empezar a desmantelar las narrativas dominantes y explorar nuevas formas de solidaridad y entendimiento.

Otras lecturas recomendadas:

Margaret Atwood – «El cuento de la criada»

Marjane Satrapi – «Persepolis»

Nawal El Saadawi – «Mujer en punto cero»

Rebecca Solnit – «Los hombres me explican cosas»

Min Jin Lee – «Pachinko»

Chimamanda Ngozi Adichie – «Americanah»

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